Superdotação, Asperger (TEA) e Dupla Excepcionalidade por Claudia Hakim

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quinta-feira, 8 de novembro de 2012

Relato de uma mãe de Criança Superdotada Argentina



Conheci esta mãe de criança superdotada, no IX Congresso Iberamericano de Superdotación, que participei em Outubro, em Buenos Aires (Argentina). Pude constatar, ao ouvir a palestra e os relatos dela, abaixo também escritos, que Mãe de Criança Superdotada passa pelas mesmas questões e problemas em qualquer lugar do mundo !!! Parecia que a Mãe da Argentina estava descrevendo todos os nossos problemas, daqui do Brasil ! Mas, pelo que ela me contou, a Argentina está bem mais atrasada, no aspecto legal, do que aqui no Brasil.



Vocês acreditam que, na Argentina, a lei não contempla a aceleração de série para crianças superdotadas ??? Pois é.. a mãe me comentou que são muitos raros os casos de crianças superdotadas acadêmicas que foram aceleradas ali, na Argentina.


Enfim.. leiam o relato da mãe, aqui abaixo e vejam se não parece que ela está falando, logo aqui, da nossa esquina :




·         Cecilia CurcioJuan José Traverso / Clarín
Juan José Traverso / Clarín
·          


08.06.2012 | MADRE DE UN SUPERDOTADO


“La meta es que sea feliz”


Cecilia Curcio (42) es madre de un chico de muy alto nivel intelectual. Antes de saberlo creía que era un chico “con problemas”. Aristas de un tema complejo.



Paola Aguilar / Clarín MUJER





Lejos de lo que se pueda imaginar, tener un hijo “superdotado” no es siempre motivo de satisfacción. Por el contrario, suele constituir un conflicto. Quien lo sabe bien es Cecilia Curcio, una arquitecta de 42 años, madre de dos hijos, que tuvo que atravesar no pocas dificultades acompañando a Gaspar, el mayor. Un chico especial, con un altísimo coeficiente intelectual que sufrió durante años a causa de su inteligencia.



Para dimensionar el problema que puede implicar tener un hijo de estas características, basta un detalle: Cecilia dudó bastante antes de dar este testimonio. No todos entienden la magnitud de casos como el de Gaspar, y preservar a su hijo del estigma que supone ser diferente por momentos resulta un imprescindible. Los padres de chicos así temen que hablar del tema pueda generarles más inconvenientes en la escuela o en sus círculos sociales.



Gaspar es el primer hijo de Cecilia y ahora tiene 12 años. Su hermano, Benicio, de 7, también es muy inteligente, pero no tuvo los problemas del mayor porque sus padres ya sabían de qué se trataba el asunto. Con Gaspar tuvieron que empezar de cero un recorrido desconocido. Como el de todos los padres primerizos, pero distinto. “Yo me di cuenta de que Gaspar no era un chico común desde que era muy chiquito, pero era mi primer hijo, no tenía muy claro los criterios de qué es lo esperable y qué es lo distinto, entonces no le presté mucha atención”, cuenta Cecilia. “Cuando me decía cosas que no eran las habituales para un chico de su edad, yo lo callaba. Me daba miedo escucharlo porque intuía que iba a tener problemas en la escuela y en todas partes siendo así”, dice Cecilia hoy, con una expresión evidente de que ese miedo ya quedó atrás.




“Gaspar sin duda era y es un chico diferente, pero dentro de lo que se entiende por un chico ‘talentoso, dotado’, a él no se lo puede identificar con el mito del pequeño Einstein. Es decir, hay chicos de 2 ó 3 años que leen, escriben, pero ese no era definitivamente el caso de Gaspar, que aprendió a los 5 años... Pero de un día para otro y casi con total perfección”.



Entender las diferencias



Aunque el discurso políticamente correcto de personas e instituciones insta a integrar y respetar las diferencias, cuando lo diferente irrumpe en escena y trastoca el libreto, no todos saben ser consecuentes con ese discurso, cuando la diferencia era solo una abstracción. Algo de eso pasó en la escuela donde Gaspar empezó primer grado.



“Cuando digo diferente, quiero decir, por ejemplo, que él tenía y tiene intereses distintos a los de un chico de su edad, por lo tanto como padres, si bien no entendíamos muy bien por qué era así, lo aceptábamos sin mayores preguntas, porque no veíamos ningún aspecto negativo. Pero después de un tiempo, empezamos a entender que teníamos que ayudarlo a que se comportara como un chico ‘normal’ para que fuera aceptado en su escuela”.



El jardín de infantes no había sido problemático, más allá de los intereses diferentes que tenían los compañeros y Gaspar. Pero, como afirman los especialistas en el tema de niños talentosos, el comienzo de la escuela primaria es el comienzo de los problemas. La escuela no suele estar preparada para entender y detectar de qué se tratan las diferencias de los chicos que no se ajustan a la media. Y eso es lo que le pasó a Gaspar.



“Apenas empezó primer grado, me llamaron y me dijeron que mi hijo estaba ‘rotulado como raro’, y que siendo así tendría serios problemas de aprendizaje. Además, supe que los compañeros lo molestaban porque era muy tranquilo y no hacía las mismas cosas que ellos. Y no eran solamente los compañeros. También escuché comentarios despectivos por parte de los docentes”, se explaya Cecilia y explica: “Si un nene aprende a leer y a escribir en una semana, o si en lugar de querer jugar a la pelota en un campamento prefiere juntar hojas y ramitas, lo consideran ‘raro’”.



Sus papás sabían que a Gaspar no le gustaba ir al colegio, tampoco le había gustado ir al jardín. Pero el nene estalló en tercer grado, el día que llegó de la escuela y le dijo a su mamá: “No puedo más”.



En busca de una solución


“Lloraba, decía que el aula era un lío. Entonces pedí una reunión con la maestra, que me recibió junto con el psicólogo de la institución, para informarme que mi hijo tenía un retraso madurativo”, cuenta Cecilia. Esa notificación, dada sin anestesia, hizo que se le viniera el mundo abajo. “Yo también lloraba todas las noches, me preguntaba qué estaba haciendo mal. Mientras tanto, lo llevaba a una psicopedagoga desde primer grado”.



Pero un día, gracias a un dolor de muelas, la historia cambió. En la sala de espera del dentista, entre la pila de revistas que siempre atrasan unos meses, Cecilia encontró su situación reflejada en una nota. “En una nota describían el perfil de los chicos talentosos. Este es mi hijo, pensé”. Le escribió un mail a la psicóloga citada en el artículo y esa misma noche recibió su llamado. Ahí empezó el fin del conflicto.



Primero fueron los papás, y después fue Gaspar a ver a la psicóloga. El psicodiagnóstico debía despejar las dudas de sus padres y orientarlos para encontrar una salida. “Ella se divertía con él, me dijo que le encantaba trabajar con chicos así, y nos dio el psicodiagnóstico”. El informe determinó que Gaspar tenía un coeficiente intelectual altísimo, que su aspecto social era normal, con una buena imagen de sí mismo pero que se sentía diferente a los demás. No había patología ni retraso en el nene. “Cuando escuché eso me relajé, le quité presión y le di mayor libertad en el colegio. La primera sugerencia de la profesional era cambiarlo de escuela. Decidimos dar ese paso, no queríamos que siguiera pasándola mal. Lloré muchísimo recordando todo lo que había sufrido desde tan chiquito”, se lamenta Cecilia.



Ante un nuevo episodio de agresión física hacia su hijo, pidió otra reunión en la escuela. “Llevé el psicodiagnóstico y se los mostré para que vieran qué equivocados estaban, y les aclaré que lo íbamos a cambiar de colegio”, cuenta con algo del enojo de aquel momento.



Encontrar el colegio indicado para un chico que pertenece al pequeño universo del 2% de las personas con un coeficiente intelectual mayor a 130 puntos no es tarea fácil. Ahora Gaspar va a una escuela en la que se siente más cómodo. Y, además, encontró su lugar en el mundo en la Fundación para la Evolución del Talento y la Creatividad (FETC), donde comparte tardes de talleres con chicos parecidos a él. “Un día googleando llegué a la Fundación y nos cambió la vida”.



Cecilia explica que allí asisten chicos talentosos y dotados que presentan las mismas características y problemas en el ámbito escolar. Su presidenta, María del Carmen Maggio, dice que todos los padres llegan diciendo que tienen un problema. “A los chicos los reciben con mucho afecto, les dan lugar para que debatan y escriban cuentos: hay libertad. En el taller de padres nos explican cómo es la historia, porque es común que a estos chicos se los boicotee en el colegio. Hay algunos que son hiperactivos y otros, muy retraídos”, explica.



En esos talleres -y con la certeza de saber qué es lo que le pasaba a Gaspar-, Cecilia recuperó parte de la seguridad que había perdido. “Me había transformado en una madre temerosa y me empecé a dar cuenta de que este hijo me había llegado para que lo cuidara y lo acompañara en su, digamos, ‘misión’. Y porque yo también tenía una misión en la vida: ayudar a otras familias a ver a sus hijos y a entenderlos. Lo de Gaspar a mí me abrió la cabeza”. Cecilia ahora hace meditación y practica auto-conocimiento. Se advierte que la experiencia dejó una profunda huella en su vida y es capaz de reconocer que atravesó momentos de gran oscuridad a raíz de lo que le pasaba a su hijo. Todo eso le quedó como un dolor en el corazón. “Creo que en el fondo sabía lo que pasaba. El instinto materno hay que seguirlo siempre. La meta es que los chicos sean felices. Desde mi lugar, hoy intento ayudar a la gente a la que le pasa lo mismo que me pasó a mí”, dice esta mamá de un chico talentoso. Y especial.




Testimonios



“Cuando las luces lloran, relatos y experiencias de niños talentosos”, es un libro editado por la Fundación para la evaluación del talento y la creatividad que dirige María del Carmen Maggio. “El libro contiene testimonios de padres, profesores, ex-alumnos y mi aporte respecto de los objetivos de nuestro trabajo. No es un libro de teorías sobre el tema, todas son muy buenas, pero la realidad a veces es algo diferente. Cada niño talentoso, como todos los niños, es único e irrepetible. En estas páginas se cuentan los recorridos que debieron hacer los padres frente a la angustia sufrida por sus hijos al no encontrar su lugar en el mundo. Muchas veces, sus diferencias se confunden con patologías inexistentes”, concluye Maggio.



En la escuela



¿Por qué los docentes no advierten que un chico es dotado? “Porque creen que ellos son genios y no hay genios en la escuela; que aprenden más rápido y en forma más profunda que sus pares; que nunca deben equivocarse; que debe ser el mejor alumno de la clase; que tenga buena conducta. Se ponen límites en los contenidos esperables para cada año escolar, y las diferencias se manifiestan en la ejecución de las tareas. A esto se suma la falta de formación y sensibilización sobre el tema”, sintetiza la licenciada Mariela Vergara Panzeri del Centro de desarrollo de Alto Potencial.



Direcciones útiles



* Fundación para la evolución del talento y la creatividad: www.fetc.com.ar.


* Centro de desarrollo de Alto Potencial: www.cedalp.com. Información: info@cedalp.com


* INECO: www.ineco.org.ar.

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